Una treintena de reformas a la constitución 20 años después de su expedición muestran la precariedad del acuerdo condensado por los constituyentes en la carta de 1991. El fenómeno acepta muy diversas interpretaciones. Que importantes sectores de la clase política y de los poderes económicos nunca participaron del compromiso con el modelo de estado adoptado en la carta es una de ellas. La ausencia de condiciones básicas para la paz duradera, la coexistencia de prácticas y culturas de tipo feudal con aquellas propias del capitalismo salvaje y una insuficiente cultura política democrática podría ser otra. Pese al giro del discurso y al cambio del tono del presidente Santos, el daño inflingido es de gran magnitud y la reconfiguración de las piezas para la construcción de un estado constitucional va a tener que lidiar con la resistencia de todos aquellos que quisieron destruirlo.