Citas sobre Mundo de la vida
Lo característico del objetivismo es que se mueve sobre el suelo del mundo previamente dado ya como obvio por la experiencia y se interroga por su “verdad objetiva”, por lo que para él y para todo ser humano racional es incondicionalmente válido, por lo que es en-sí el mundo. La realización universal de esto incumbe a la episteme, a la ratio, o sea, a la filosofía. Con ello quedará alcanzado el ser último, lo que es y existe en un sentido último, más allá de lo que cualquier posible integración carecería de sentido racional. 72
¿Cómo podemos hacer comprensible, cómo podemos llevar a inteligibilidad, la obviedad ingenua de la certeza del mundo, en la que vivimos, y esto tanto a propósito de la certeza del mundo de la cotidianidad como a propósito de la de las construcciones teóricas cultas que se alzan sobre ese mundo cotidiano? ¿Qué es, según su sentido y validez, el “mundo objetivo”? ¿Qué es ser objetivamente verdadero, y también verdad objetiva de la ciencia, si ya desde Hume (en lo relativo a la naturaleza, ya desde Berkeley) se asume universalmente que el “mundo” es una validez surgida en la subjetividad y -hablando desde mí, desde el que en cada caso filosofa- en mi subjetividad, juntamente con todo su contenido en que cada vez, y siempre, vale para mí? La ingenuidad del usual discurso sobre la “objetividad”, que no toma en absoluto en consideración la subjetividad experimentante, cognoscente, la efectiva subjetividad concretamente operante, la ingenuidad del científico de la naturaleza, del mundo en general, que está ciego para el hecho de que todas las verdades a las que accede en cuanto tales verdades objetivas y el mundo objetivo mismo que en sus fórmulas figura como sustrato (como mundo cotidiano de la experiencia tanto como mundo conceptual del conocimiento de un grado más elevado) son una configuración de vida, una configuración de vida que llega a ser tal en él mismo, esa ingenuidad ya no es posible, naturalmente, cuando la vida es situada en el centro del punto de mira. ¿No tiene acaso que dársele tal liberación a quien con seriedad profundiza en el Treatise y, una vez desvelados los presupuestos naturalistas de Hume, se hace consciente de su motivación?¿Cómo aprehender, no obstante este subjetivismo máximamente radical que subjetiviza el mundo mismo? El enigma del mundo en el sentido más profundo y último, el enigma del mundo cuyo ser es un ser procedente de un rendimiento subjetivo y esto en la evidencia de que ningún otro resulta pensable: este y ningún otro es el problema de Hume. El propio Kant, sin embargo, que -como bien puede advertirse- tiene como “obviamente válidos tantos presupuestos que vienen incluidos, en el sentido de Hume, en este enigma del mundo, nunca se topó con él. Su problemática se mueve y tiene su morada, precisamente, en el terreno del racionalismo, que transcurre desde Descartes hasta Wolf, a través de Leibniz. Intentamos hacer comprensible de este modo la posición, difícilmente interpretable, de Kant a su horizonte histórico, tomando como hilo conductor el problema de la ciencia racional de la naturaleza que inicialmente guía y determina el pensar kantiano. De particular interés es para nosotros –por primero en generalidad formal- el hecho de que en reacción contra el positivismo de datos de Hume, que en su ficcioanalismo abandona la filosofía como ciencia, irrumpe, por primera vez desde Descartes, una filosofía científica de alto caldo y estructura sistemática, a la que hay que designar como subjetivismo trascendental. 101
A nosotros, los sujetos en vela, siempre interesados prácticamente de algún modo, el mundo nos está dado como horizonte, no una vez accidentalmente, sino siempre y necesariamente como campo universal de toda praxis real y posible. Vivir es vivir constantemente vivir-en-la-certeza-del-mundo. Vivir en vela es estar en vela para el mundo, es ser constante y actualmente “consciente” del mundo y de uno mismo en tanto que viviendo en el mundo.” 150
Pero a propósito de tener consciencia del mundo puede haber una manera muy diferente de la vida en vela. Esta manera residiría en una transformación de la consciencia temática del mundo, transformación rompedora de la normalidad del vivir-allí. Volvamos nuestra atención al hecho de que el mundo, o bien los objetos, no sólo nos están dados previamente en una mera posesión en tanto que substratos de sus propiedades, sino que éstos (y todo lo mentado ónticamente) nos llegan a consciencia en formas de aparición, en formas de dación subjetivas, sin que nos percatemos expresamente de ello y sin sospechar nada de ello en gran parte. Ahora bien, si configuramos esto en una nueva dirección de intereses, entonces establecemos un interés universal consecuente con propósito del cómo de las formas de dación y a propósito de los mismo onta, pero no linealmente, sino en tanto que objetos de su cómo, precisamente en la exclusiva y constante dirección de intereses a cómo en el cambio de las valideces relativas, de las apariciones y opiniones subjetivas, se constituye para nosotros la validez unitaria y universal mundo, el mundo”152
“Lo singular no es –conscientemente- nada por sí; la percepción de una cosa es su percepción en un campo perceptual. Y así como la cosa singular sólo tiene sentido en la percepción mediante un horizonte abierto de “percepciones posibles”, en tanto que lo auténticamente percibido “remite” a una multiplicidad sistemática de posibles representaciones conforme a la percepción, que le pertenecen constantemente, así también la cosa tiene de nuevo un horizonte: frente al “horizonte interno” y un “horizonte externo”, precisamente n tanto que cosa de un campo de cosas; y esto remite en definitiva a todo “el mundo en tanto que mundo perceptivo”. La cosa es una cosa en el grupo global de cosas percibidas simultánea y realmente, pero este grupo no es para nosotros consciencialmente el mundo, sino que en él se representa el mundo; este grupo, en tanto que campo perceptual momentáneo, siempre tiene para nosotros el carácter de un sector “del” mundo, del universo de las cosas de posibles percepciones. Esto es, pues, el mundo en cada caso presente; éste está en cada caso representándose para mí mediante un núcleo de presencia originaria” 171